La gente piensa que la intimidad tiene que ver con el sexo; yo creo que tiene que ver con la confianza. Cuando eres capaz de exponerte ante alguien y sentirte seguro, has conseguido intimar con una persona. Eso es lo que te ofrezco yo.

Desde siempre he sido una persona muy sociable y expresiva, razón por la cual realicé mis estudios superiores en el ámbito de la comunicación. Soy una persona muy observadora, siendo uno de mis momentos preferidos el descifrar el misterioso lenguaje no verbal que las personas utilizamos sin ser conscientes de ello. Es increíble el pensar el cómo, sin darnos cuenta, somos capaces de transmitir tantas cosas con nuestro cuerpo y expresiones… cuando se nos escapa una pequeña sonrisa, incluso con un sencillo parpadeo estamos lanzando mensajes.

Desde que era adolescente siempre me he cuestionado el porqué de las cosas y no me he conformado con un único punto de vista. De aquí viene gran parte de mi interés por el BDSM. Yo pienso que hay otra manera de relacionarse sexualmente que aquella que la sociedad nos ha inculcado, que existen diferentes maneras de disfrutar del sexo a parte del sexo convencional, y que toda práctica sexual consensuada y segura es lícita y no tiene nada de malo. Todo ello, junto con mi empatía, hace que tenga una gran capacidad para entender el amplio y exótico mundo de la sexualidad.

Dulce, abierta, expresiva, curiosa, empática, inquieta, apasionada, adictiva, rara avis, y con muchas ganas de vivir y de experimentar.

¿Y qué hace una chica cómo yo en un mundo cómo este?
Que mi rostro dulce no te engañe, soy autoritaria, perversa, traviesa y sádica. Parte de mi felicidad radica en saber que tengo a un sumiso que se desvive por mí, al que puedo utilizar a mi antojo, que puedo jugar con él cuándo y cómo yo quiera. Poder torturarle físicamente y, lo mejor de todo, mentalmente. Por eso ofrezco una experiencia que será difícil de olvidar. La exaltante sensación de ver cumplidas tus más íntimas fantasías.